“SOLO SE TRATA DE VIVIR, ESA ES LA HISTORIA…
(a lo mejor resulta bien)”
Aquella trasnoche de mayo se imponía prepotente y sin promesas que me
valieran un nuevo despertar.
Sin conciencias pero con la única certeza de beberme la vida de un solo
trago, me tomé midax y valcote sin
contar cada uno de los comprimidos para entrar en un dulce letargo.
A mis cuarenta y tantos, mi cuerpo se resistía a inyectarse por la
esclerosis y a medicarse por la BP así que “fondo blanco” parecía la opción más
plausible para patear el tablero como Nora en la obra de Ibsen.
Recuerdo horas más tarde, en la guardia de la clínica yacía despierta atada a un suero que
prometía lavar en sangre como mis lágrimas, el veneno que corroía mi alma.
Sin pensar en los que me querían / quieren: mi novio, mis hermanas y
madre… Yo intentaba beberme la vida de un trago.
Sin relojes que marcaran las horas, sólo los latidos de mi corazón que
me decían: “sigues aquí” – no sé si pasó mucho tiempo o apenas vislumbraba el
nuevo día, la cara doliente de mi madre como María en “La Piedad” me atravesaba
el alma y punzaba no sé dónde un dolor que me exhortaba a ponerme de pie,
aunque mis extremidades aletargadas lo impidiesen.
Quise llamar a mi psiquiatra de años, odisea infructuosa cual
negligencia impune me mantuvo erguida por los míos.
Semanas después, cambié de profesionales. Ahora, hago Counseling en una
parroquia y me atiendo con nuevos psiquiatras de un CSM del GCBA.
Volví a la casa materna, continuo de novia (como en los viejos
tiempos).
LA VIDA no me corre a borbotones por la venas, aún sigo débil pero esa
llamita que mi ángel guardián no permitió que se desvaneciera en su relevo de
aquélla madrugada sigue encendida.
Dicen que por las madrugadas los demonios andan rugientes cuando
nuestros ángeles hacen rus relevo de guardia y mis fuerzas aquella noche
fanganosa perecieron en busca de comprensión y de acallar las voces internas
que ponían en jaque a todo mi existir.
De vuelta a mi trabajo, oh! Aulas hermosas donde mi maternidad
encuentra su cauce.
De regreso al nido materno, donde las alas de la mamá gallina cobijan
con su calor a sus polluelos.
De regreso al noviazgo de la Torre de Marfil, donde los sapos son
príncipes encantados.
Ojalá que al despertar del hechizo mis elixires: el Copaxone y el Midax
me den las armas necesarias para soportar esta cruel realidad a pesar de las
prótesis con que el psicoanálisis me vale para no sucumbir en medio de las
afrentas y las heridas cotidianas.
Ojalá Dios, me regale la ACEPTACION que necesito para reconciliarme con
esta versión de Andrea que también habita en mí.
#vdsamotrocia
Bs. As. 12 de junio de 2018.
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