martes, 12 de junio de 2018


“SOLO SE TRATA DE VIVIR, ESA ES LA HISTORIA…
(a lo mejor resulta bien)”




Aquella trasnoche de mayo se imponía prepotente y sin promesas que me valieran un nuevo despertar.
Sin conciencias pero con la única certeza de beberme la vida de un solo trago, me  tomé midax y valcote sin contar cada uno de los comprimidos para entrar en un dulce letargo.
A mis cuarenta y tantos, mi cuerpo se resistía a inyectarse por la esclerosis y a medicarse por la BP así que “fondo blanco” parecía la opción más plausible para patear el tablero como Nora en la obra de Ibsen.
Recuerdo horas más tarde, en la guardia de la  clínica yacía despierta atada a un suero que prometía lavar en sangre como mis lágrimas, el veneno que corroía mi alma.
Sin pensar en los que me querían / quieren: mi novio, mis hermanas y madre… Yo intentaba beberme la vida de un trago.
Sin relojes que marcaran las horas, sólo los latidos de mi corazón que me decían: “sigues aquí” – no sé si pasó mucho tiempo o apenas vislumbraba el nuevo día, la cara doliente de mi madre como María en “La Piedad” me atravesaba el alma y punzaba no sé dónde un dolor que me exhortaba a ponerme de pie, aunque mis extremidades aletargadas lo impidiesen.
Quise llamar a mi psiquiatra de años, odisea infructuosa cual negligencia impune me mantuvo erguida por los míos.
Semanas después, cambié de profesionales. Ahora, hago Counseling en una parroquia y me atiendo con nuevos psiquiatras de un CSM del GCBA.
Volví a la casa materna, continuo de novia (como en los viejos tiempos).
LA VIDA no me corre a borbotones por la venas, aún sigo débil pero esa llamita que mi ángel guardián no permitió que se desvaneciera en su relevo de aquélla madrugada sigue encendida.
Dicen que por las madrugadas los demonios andan rugientes cuando nuestros ángeles hacen rus relevo de guardia y mis fuerzas aquella noche fanganosa perecieron en busca de comprensión y de acallar las voces internas que ponían en jaque a todo mi existir.
De vuelta a mi trabajo, oh! Aulas hermosas donde mi maternidad encuentra su cauce.
De regreso al nido materno, donde las alas de la mamá gallina cobijan con su calor a sus polluelos.
De regreso al noviazgo de la Torre de Marfil, donde los sapos son príncipes encantados.
Ojalá que al despertar del hechizo mis elixires: el Copaxone y el Midax me den las armas necesarias para soportar esta cruel realidad a pesar de las prótesis con que el psicoanálisis me vale para no sucumbir en medio de las afrentas y las heridas cotidianas.
Ojalá Dios, me regale la ACEPTACION que necesito para reconciliarme con esta versión de Andrea que también habita en mí.

#vdsamotrocia

Bs. As. 12 de junio de 2018.

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