Andrea Prestía es Licenciada en Comunicación, actriz y escritora. Participó en varias antologías en las que aportó poemas de su autoría.
Recientemente, editó su libro testimonial titulado Historias de Una Múltiple Highlander.
Con motivo de la inminente presentación de su obra, estuvimos conversando con ella y nos dejó sus impresiones:
¿Cómo fue el inicio de esta pasión por las letras?
Empecé a escribir desde muy chica. Desde los catorce o quince años, o quizás antes también. Comencé escribiendo como toda adolescente que lleva su diario íntimo. Me acuerdo de uno que decía "Hola Diario. ¿Cómo estás?" Me dirigía así, de esa manera, antes de volcar mis emociones. Obviamente, la escritura después madura y la catarsis empieza a mutar.
Siempre fui una gran lectora. En la adolescencia y en mis primeros años de juventud me volqué a la lectura. Fue un refugio para mí, que era bastante tímida y solitaria por aquellos días. Después, el teatro me abrió nuevas puertas y me permitió vincularme más fluidamente con los otros.
Participé en un par de antologías. Eran escritos de certámenes literarios y así publiqué en cuatro de ellas. Dos con la editorial De Los Cuatro Vientos y las dos últimas con Clara Beter Ediciones.
Las antologías mencionadas son de poesía. ¿Cuál fue el camino para tomar la decisión para pasar de los poemas a la narrativa?
Tiene que ver mucho con mi ansiedad. Yo era una persona que quería escribir y tener el producto terminado en el día. Entonces, escribir poemas me daba la posibilidad de empezar y terminar, por más que el texto descansara dos o tres días y después lo revisara. Esa era mi ansiedad. La de tener el producto terminado.
Es un poco osado decir que pasé a la narrativa. No lo considero así porque el último libro tiene un tono autobiográfico, de resiliencia, de autoayuda. No es una novela o un cuento. Por eso, no es netamente narrativa. Está escrito en prosa pero, pertenece a otro subgénero. Y sí me encontré con algunos escollos que me recordaron mucho a mi tesis. El síndrome del autor frente a la página en blanco y de no tener la obra terminada en el mismo día, por ejemplo. De revisar, de escribir. Lo que siempre me organizó, como me decía mi antiguo tutor, es empezar por un índice. Podés empezar por el capítulo cuatro o cinco. Que las ideas fluyan. La idea es iniciar la escritura y después va a ir tomando forma. Pero, pór más que un libro sea del género que sea, no se escribe de un día para el otro. Eso me ayudó a bajar mis ansiedades.
¿Qué obstáculos encontraste al momento de trabajar en la reciente obra sentís que parecieran tener un correlato con la problemática que estabas planteando?
Exigió valentía de mi parte, porque no dejé de abrirme a lo largo de las páginas. Quería evitar exponer a los míos. A la gente que estuvo muy cerca durante el proceso de diagnóstico y lo que sobrevino posteriormente como enfermedad. Pero, vinculado a las raíces de aquellos diarios de los catorce o quince años, no dejó de ser catártico. Obviamente, que algunas cosas son muy subjetivas y otras me las guardé para preservar a los míos o a mí misma. Traté de contar lo más jugoso en términos de poder ayudar a otros pacientes así como yo me nutrí de los aportes de dos blogueras españolas. Una es madrileña y la otra de islas canarias. Así empezó el libro. Con un espacio en un blog.
Se viene una presentación en el marco de la Feria Internacional del Libro. ¿Qué significa para vos tener este espacio?
Es un tremendo lograzo. Estoy muy contenta. Ya estuve en la Feria en el 2015 con Poesía Bajo la Autopista 3, que es una antología editada por Clara Beter y nació de las tertulias que se hacían en Boedo, debajo de la autopista. Por eso digo que ya había participado pero, en el marco de una antología compartida con otros autores. Ahora, tener la plena autoría, me enorgullece un poco más.
Se requiere valentía para contar tu historia, que es movilizante. ¿Cuál sentís que es el aporte de Historias de Una Múltiple Highlander?
Cuando llegué por primera vez al consultorio del que hoy es mi neurólogo, ya presagiando que tenía esclerosis, asumí que era terminal porque el papá de una amiga había muerto hace muchos años de la misma enfermedad. Pero hay que diferenciar la múltiple de la lateral amiotrófica. Muchas veces se estigmatiza a la persona con esclerosis. Sobre todo en el plano laboral. Es una enfermedad discapacitante, pero actualmente hay quince tratamientos aprobados en la Argentina. Hay un horizonte más promisorio para el paciente. Desde inyectables, comprimidos orales, chequeos periódicos y un buen tratamiento neurológico. No es como en los noventa. En aquellos años la enfermedad hacía que la persona terminara postrada, en una silla de ruedas o con muletas. Hoy se puede llevar una vida medianamente normal haciendo las cosas bien y sometiéndose al tratamiento.
También hay otras alternativas que se están estudiando en Europa. Se habla de regenerar la mielina dañada. Hay un horizonte promisorio para los pacientes que padecemos esta enfermedad.
Por eso, mi libro habla sobre resiliencia. Si bien trata sobre una paciente con Esclerosis Múltiple, que en este caso soy yo, puede estar dirigido a cualquier enfermedad. En mi caso, es crónica. El concepto que da nombre a la obra está inspirado en un tema de Sergio Denis. El Highlander habla de esa persona que se cae y se levanta una y otra vez. Que resucita como la cigarra, en términos de María Elena Walsh. Habla de resistir porque cuando la salud aqueja cuesta ponerse de pie.
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